UN
FINAL
La muerte tan grande,
tan escrita en tus ojos,
en el luto callado de esta pobre boca,
tan por siempre cerrada a lo innombrable.
Y el silencio horizontal gravita
en el umbral de lo que fue tu risa.
El crepúsculo en tus párpados ya no aletea,
cae sobre el peso de sí mismo.
Y, como la lluvia de ayer que cayó
hace tantos ayeres,
te disuelves en la sombra
de tu inexorable luz.
Brunhilde Román Ibáñez
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