No hay salida.
Sobre la palabra que me puede
me abro.
Busco
en su cara oculta
y la esquina me traga.
El pavimento degüella
mis pies,
las nubes descargan su impotencia.
Cuan humilde me congratulo con unos zapatos
que no son míos.
Corre
piensan mis falanges
que aspiran a no seguir
a la manada;
odian al cubículo
de las mil botellas,
noventa y nueve sueños sin cumplir
por la china que te quita la vida.