No dejéis
que peine las canas de mi calavera y sonría.
Que archive en
la parte de atrás el sentirse hombre.
Decidme que no queda tiempo;
el oxigeno se filtra por mis
canteras y se hace muerte.
Si no me doy cuenta
arrastrarme
bajo el grifo de la locura para volverme loco, loco
y obviar lo que entre
azogues
y pantalones sucios no entiendo.
Si no me doy cuenta
levantar
un epitafio;
no existen tuercas para este corazón.
No dejéis
que sorba los restos de una lágrima y piense que llueve.
Ponerme en la cartera el infinito
y la última bala.
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