No dejaré que la
muñeca gris
se acurruque en
los recortes del espejo. Que entre
las serpentinas se haga fiesta
y solo luzca el punto donde la espalda se vuelve recuerdo.
Por qué no soy salamandra
ni equinoccio,
me quedo en disfraz de pecado
y en el subterráneo de un príncipe.
María
me recuerda al "vete poniendo el disfraz de pecadora", de Radio Futura. Muy bonito
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